En la web del ClubCultura de la Fnac, encontraréis una entrevista a la autora israelí Rutu Modan (Metralla) con motivo de la exposición del colectivo Actus Tragicus que actualmente se puede visitar en el Espacio Sinse ntido de Madrid. A continuación os reproducimos la entrevista íntegra.
Un conflicto alrededor
Según le cuenta su madre, Rutu Modan (Israel, 1966) dibujaba desde que tenía un año. Pero fue a los cinco cuando empezó a dibujar y escribir sus propias historias. Aún recuerda aquellas páginas en las que una niña de la guardería era atacada por una plaga de cucarachas. Esos fueron sus primeros cómics. Durante el tercer curso de la escuela de arte un amigo le sugirió un trabajo como columnista gráfica en un periódico local. "Hice una prueba y me di cuenta de que podía crear una historia cada semana". En 1995 fundó con otros dibujantes la editorial Actus Tragicus, que abrió la escena del cómic en Israel que hasta entonces se reducía a "un autor que se podría catalogar como mainstream y otros dos más influenciados por el cómics americanos de los setenta tipo Robert Crumb". Hace un par años publicó 'Metralla' inicialmente en inglés –aquí editado por Sins Entido-, un libro que hasta el próximo año no aparecerá en hebreo debido al necesario y arduo cambio en la paginación al tener que leerse de derecha a izquierda.
En estas páginas, una especie de viaje iniciático emocional, una búsqueda real protagonizada por adultos, la autora israelí estructura a lo largo de cuatro capítulos los miedos personales de sus principales actores –Kobi y Numi-, las diferencias e idiosincrasia sociales de la población israelí y la resistencia de quienes tienen que convivir con la macabra lotería de los atentados terroristas. Todo esto se va presentando al lector a veces lenta y subrepticiamente y, otras, con la misma firmeza enmudecedora de una bomba.
¿Dónde se encuentra la génesis de 'Metralla'?
El desencadenante de la historia llegó a partir del maravilloso documental No.17, dirigido por David Ofek. Es sobre un ataque terrorista a un autobús. Uno de los cuerpos estaba tan destruido que no podían identificarlo. Eso ocurre casi siempre en los atentados con bomba pero lo menos ordinario era que nadie reclamara el cuerpo. Parecía el cuerpo de alguien al que nadie echaba de menos. El director intentó descubrir la identidad del asesinado y publicó un anuncio en el periódico preguntando si alguien sabía de alguien que hubiese desaparecido recientemente. Aquello me hizo pensar en el hecho de que puede haber casos en los que preferimos pensar que alguien está muerto antes que creer que la desaparición de esa persona se debe a que no quiere contactar con nosotros nunca más.
Hace años en una ocasión esperaba una llamada de un chico con el que estaba saliendo. Después de cuatro días en los que estuve muy afligida, llegué a la conclusión de que debía estar muerto o de lo contrario podría llamarme. Por supuesto, le llamaba pero nunca contestaba. Exactamente como hace Numi en Metralla.
¿Le resultaba doloroso hablar de algo especialmente, estar tan cerca de esos personajes?
Crear es doloroso, sobre todo cuando tratas con asuntos muy cercanos y nefastos. Pero también es una manera de procesar todos esos sentimientos y entenderlos. Crear me ayuda mucho a explicarme a mí misma el caos que me rodea.
¿Se autocensuró en algún momento en asuntos que fuesen quizás más políticos, más delicados socialmente?
El tema político es tan afilado, tan complejo…Intento por todos los medios no hacerlo. Siempre busco pegarme a la verdad y no pensar en cuál es mi opinión o qué es lo que quiero mostrar de Israel o de mí misma. Pienso que la verdad siempre te toca y que la opinión es normalmente algo aburrido.
El conflicto israelí-palestino está tan presente que se integra en el cómic como supongo que ocurre allí en la vida cotidiana… Es una segunda piel que no puedes arrancarte. ¿No es así? Incluso hay momentos en los que el lector se olvida de lo dramático de ese contexto.
Creo que tienes razón. No he intentado relatar una historia israelí pero cuando empecé a escribir la cruenta realidad que me rodea se coló inevitablemente en la historia.
Personalmente, ¿de qué manera le afecta el conflicto en su vida cotidiana?
La mayor parte del tiempo, lo admito, intento ignorarlo. Me resulta tan complejo, tan depresivo. No logro ver el final de esto y si pienso en un posible final es espantoso. No estoy orgullosa de esto pero tengo que vivir mi vida, hacer mi trabajo, criar a mis niños. Es la vida de una ostra. No te puedes imaginar de lo que puedes llegar a hacer caso omiso. Hace unos pocos años, iba a recoger a mi hija a la guardería. Iba corriendo porque ya llegaba tarde. En la esquina de la calle me encontré con un amigo. Me dijo: "¿Te has enterado? Unos terroristas se han atrincherado en la estación central de autobuses y están disparando desde allí". Esa estación se encuentra a dos kilómetros de mi casa. Le respondí: "¡Wow! Eso es muy interesante pero ahora mismo llego tarde a la guardería". Un poco más tarde me di cuenta de lo disparatada que había sido mi reacción.
Si desafortunadamente vives en un país con una situación política tan complicada, ¿qué puedes hacer? Esa es la realidad. Hay muchas más cosas por vivir que una situación política: el amor, el trabajo, la familia, los amigos… La mayor parte en Israel está más ocupada en su vida personal que en asuntos políticos. Al menos hasta que esta "situación" golpea tu puerta y se vuelve imposible ignorarla. Como por ejemplo, el pasado verano con la terrible guerra en el Líbano. Tuve que salir a la calle para expresar mis opiniones al respecto. Una de las cosas que he querido contar en el libro es cómo la vida de la gente se ve condicionada por el terror aunque ellos no estén directamente involucrados en ninguna causa o, de hecho, pretendan no estar involucrados.
¿Cuánto tiempo estuvo trabajando en 'Metralla'? ¿Cómo fue ese tiempo?
Trabajé durante dos años seguidos pero unos meses antes ya estaba luchando por encontrar una idea. Ese par de años dibujando y escribiendo han resultado ser los mejores y más satisfactorios de mi carrera profesional e igualmente los más difíciles y agotadores. Llegaba a trabajar como una esclava entre 12 y 16 horas diarias pero era tan feliz...
Me interesó la historia desde la primera página y su estructura hizo que no la soltara hasta la última… ¿Tenía claro cómo quería contar la historia desde el principio? Hablo del esqueleto, de su dinamismo.
Realmente desconocía lo que iba a pasar. Generalmente sí lo sé pero, por ejemplo, desde el comienzo no sabía si el héroe y la heroína iban a acabar juntos o sus vidas se separarían. Tampoco sabía si Kobi se reuniría con su padre al final y se enfrentaría con él. Tuve que escribirlo todo para descubrirlo. Mientras estaba escribiendo procuraba acercarme a la manera de escribir de los guiones de cine; los cómics y las películas están muy próximos en su naturaleza. Buscaba crear el mismo ritmo que tiene una película donde una escena te lleva a la siguiente y la historia se desarrolla paso a paso. Pienso que lo que convierte una historia en algo interesante son los personajes. Así que me centré en construir personajes que parecieran reales. Por lo menos eso intenté.
Además de por el retrato social que se sienta cada jornada en la parte de atrás de un taxi, ¿por qué escogió a un taxista como personaje principal?
Un taxista está siempre viajando pero sus viajes no tienen un fin, un objetivo; siempre son el propósito de otras personas. Eso describía muy bien la personalidad de Kobi; no sabe lo que quiere hacer con su vida y, es más, incluso en la búsqueda de su padre desaparecido se deja arrastrar por la chica, Numi. Pero tampoco pensé en ello cuando empecé a escribir. Sólo pensé en la idea de cómo Numi se iba a encontrar con Kobi la primera vez e iba a decirle que su padre había muerto. Pensé que lo localizaría como se localiza a un conductor de taxis. Y además necesitaba un coche para el viaje que realizan.
¿Cómo se quedó tras entregar el libro?
Con una mezcla de alivio y de profunda tristeza.
Por último, ¿a qué autores has admirado siempre?
Natalia Ginzburg, Chejov, Haruki Murakami, John Irving… Hay tantos… Estoy tan agradecida a otros autores… Creo que ellos son los verdaderos héroes de nuestra cultura.
Texto: Gorka Elorrieta
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