16 octubre 2014

La muerte blanca (Robbie Morrison y Charlie Adlard, Planeta DeAgostini)


Coincidiendo con los actos que conmemoran el centenario del inicio de la Primera Guerra Mundial han sido varios los cómics publicados durante este año que tiene la particularidad de estar ambientados en la contienda conocida como "la guerra que acabaría con todas las guerras".
Uno de estos cómics es La muerte blanca, publicado hace hace unos meses por Planeta DeAgostini en su colección Babel, cuyo principal reclamo para el lector, aparte de tratar sobre el conflicto, es que su dibujante es el británico Charlie Adlard, mundialmente conocido por su labor, junto a Robert Kirkman, en la exitosa serie Los muertos vivientes.
Escrita por Robbie Morrison, guionista británico conocido por sus trabajos para la revista 2000 AD, La muerte blanca está basada en una serie de hechos reales que ocurrieron en el Frente Italiano situado en las cadenas montañosas del país transalpino, durante los enfrentamientos entre el ejército italiano y el ejército austrohúngaro. Morrison se inspiró en el descubrimiento el año pasado de los cadáveres de dos jóvenes soldados austriacos que habían sepultados por la nieve durante la contienda.
Morrison comenzó a dar vueltas a una historia que acabaría convirtiéndose en el guión definitivo para una novela gráfica, que contaría con una particular y original técnica en la que Adlard usaría carboncillo y tiza blanca sobre cartulinas de color gris, que hacen de este trabajo uno de los más personales del dibujante de Los muertos vivientes.
La historia, además de denunciar el sin sentido de cualquier conflicto armado, nos muestra con toda su crudeza una terrible táctica militar denominada Muerte blanca, utilizada en el Frente Italiano, consistente en provocar mediante detonaciones y bombardeos aludes que barrerían a su paso al ejército enemigo.
No obstante, y a pesar de los crueles y espantosos enfrentamientos mostrados en esta obra, Morrison no se olvida de dotar de humanidad a sus personajes y nos narra varios pasajes emotivos, como por ejemplo la visita al burdel de los soldados protagonistas o el encuentro de dos viejos amigos que militan en bandos contrarios.
La técnica, ya mencionada, usada por Adlard en esta obra, en la que se ha prescindido del entintado, nos presenta el rotundo trazo del dibujante en toda su crudeza, haciendo que cada página gane en intensidad dramática gracias a la frescura de los dibujos.
Como ha demostrado durante los muchos años que lleva trabajando junto a Robert Kirkman dibujando zombies, Adlard es un narrador de lo más competente, que sin tener un estilo de dibujo espectacular ha sabido demostrar una regularidad y un compromiso dignos de elogio dibujando sin interrupción durante más de 120 números las andanzas de Rick y compañía.
En definitiva, una obra bastante recomendable, que además de servirnos de recordatorio de la futilidad de los conflictos armados, nos sirve para descubrir a Robbie Morrison, un guionista prácticamente desconocido en nuestro país, y poder ver además a Charlie Adlard en un registro totalmente distinto al que nos tiene acostumbrados y donde nos demuestra que es un dibujante que sabe desenvolverse en cualquier tipo de proyectos.

La muerte blanca
Robbie Morrison y Charlie Adlard

Cartoné. 132 páginas. B/N. 14,95 €. Planeta DeAgostini

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